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Feliu Vega: transformar el desafío en arte

Feliu Vega en Amapola

El dibujo en la infancia representa una manera de conectar con el entorno y observar la realidad desde detalles antes imperceptibles. Desde sus primeros recuerdos, el arquitecto Feliu Vega ha encontrado en esta actividad una forma de expresión, que refleja intereses significativos de su ejercicio profesional.

El dibujo en la infancia representa una manera de conectar con el entorno y observar la realidad desde detalles antes imperceptibles. Desde sus primeros recuerdos, el arquitecto Feliu Vega ha encontrado en esta actividad una forma de expresión, que refleja intereses significativos de su ejercicio profesional.

El arte gráfico y la arquitectura son dos disciplinas que se entrelazan de maneras sorprendentes. En el caso de Feliu, se obtiene como resultado una visión singular de quien es capaz de detenerse en los distintos procesos de formación de ideas, para alcanzar así una práctica del oficio desde la profundidad y la reflexión.

Dibujos / Feliu Vega ©

El dibujo a mano alzada ofrece una exploración instantánea y accesible de conceptos. Las soluciones de diseño alcanzan nuevos niveles en cuanto a texturas y representaciones visuales. Sin embargo, para Vega lo más importante se encuentra en el ciclo creativo en el que la mano se conecta con la mente.

Feliu: Hay algo muy curioso, sobre todo, con el dibujo a mano alzada: tú puedes imponer ideas a la mano, pero la mano te devuelve ideas a la cabeza. No puedes prefigurar el resultado hasta no empezar a dibujar y esa es la maravilla, que esto es tan veloz que te devuelve información y esas ideas se nutren de vuelta.

Vega manifiesta que, aunque prefiere esta modalidad, también experimenta una fascinación especial por el dibujo técnico de planos constructivos y la ilustración digital. Para él, lo primordial radica en las ideas, ya que considera que existen numerosos medios para ilustrar y dibujar, pero son estas las que prevalecen y dictan la elección de la técnica adecuada.

Casa PM / PH: Juan Martín Cueva ©

Casa PM

Para el arquitecto, Casa PM es una obra que adquiere un carácter especial por diversas razones: haber llegado a sus manos durante la incertidumbre de la pandemia y por el trabajo conjunto, realizado de principio a fin, con su colega Carlos Espinoza. También señala que la experiencia de tres años fue notable por la armonía y fluidez del proceso creativo.

El proyecto se ubica en un terreno de 800 metros cuadrados en Challuabamba, Ecuador, un espacio considerablemente más extenso que el promedio de los terrenos urbanos. Esta ubicación privilegiada se caracteriza por una amplia vista del valle y las montañas. En este escenario, se plantearon dos objetivos principales: preservar la amplitud visual del jardín y diseñar una vivienda de una sola planta.

Como resultado final se creó una casa con una disposición en forma de “L”, con un ala más corta en la parte frontal y otra más larga que abraza el jardín. Los arquitectos tenían interés en mantener una percepción especial expansiva que capture el paisaje adyacente.

F: Alguna vez lo dijimos con Carlos, que esta casa no debía comprenderse como un solo bloque, sino romperse en partes como si se tratara de un pueblito y este concepto nos ha conducido en el diseño. Las formas que la componen tienen relación entre sí, por ejemplo, en el hecho de tener techos a dos aguas y en la materialidad del ladrillo visto. Entonces rompes en partes, pero te aseguras que estas tengan algo que ver entre sí y se consigue la armonía que buscábamos.

Casa PM se distingue por su cuidadosa atención a los detalles constructivos. Este es el caso del ladrillo visto, que se realizó con una fórmula especial para fines estéticos. Además, los canales desaparecen con discreción y los techos inclinados se diseñaron con una pronunciada pendiente, con el fin de evocar a las casitas de pueblo dispersas en el terreno.

La estructura metálica se encuentra oculta detrás del ladrillo, permitiendo la liberación del espacio, sin perder la noción de una casa que es fundamentalmente maciza. Se destacan elementos singulares, como el tumbado, que en lugar de emplear paneles de madera, se ha construido con un entirado sobre el cual se asientan ladrillos, dejando al descubierto tiras y vigas, conformando un diseño poco convencional desde la vista inferior.

F: Los arquitectos todo el tiempo nos vemos en la posición de mostrar o de ocultar, y ahí está la magia de la tectónica, en qué muestras. Tienes que construir, evidentemente, superar la gravedad y levantar pisos, pero hay cosas que quieres resaltar y cosas que quie- res ocultar. Entonces, en este caso, la estructura está oculta y los protagonistas son los muros de ladrillo, no vas a ver metal por ningún lado, esta casa es de ladrillo y se hizo un esfuerzo importante por eso.

Casa PM / PH: Juan Martín Cueva ©

Amapola

Feliu señala que la arquitectura es un arte y que la inspiración se encuentra justo donde está el desafío. Para hablar sobre este tema, utilizó el ejemplo de Amapola, un restaurante ubicado en medio de un bosque de eucaliptos, a las puertas de un gran barranco, junto a la galería de su padre, el reconocido artista Eduardo Vega.

Estos factores, sin duda, resultaron en un gran reto en cuanto al diseño, al igual que en la fuente principal de inspiración. Las decisiones de diseño incluyeron la creación de una bóveda, en lugar de un techo recto y la incorporación de una apertura de forma orgánica, al estilo de Eduardo Vega, estableciendo un vínculo entre el taller y el restaurante.

Entre ideas que retroalimentan, desafíos que inspiran y una relación con el arte desde sus inicios, Feliu Vega ha llegado a convertirse en uno de los arquitectos jóvenes más reconocidos de Cuenca. Su habilidad para plasmar conceptos en trazos, la autenticidad y un horizonte muy claro, definen un lenguaje creativo que se proyecta al futuro con optimismo.