El nacimiento de este pequeño cóndor no solo significa esperanza para su especie, sino también para un país entero que sueña con volver a ver a estas aves surcando los páramos ecuatorianos, como lo hicieron desde tiempos ancestrales.
El 11 de junio de 2025 cambió la historia de la naturaleza para siempre. Ese día se vio una luz de esperanza para una especie en peligro: en el corazón de Cuenca, el Bioparque Amaru fue testigo del nacimiento de un nuevo cóndor andino.
Se trata de la primera cría de cóndor nacida bajo cuidado profesional en este lugar, hija de Inti y Pacha, dos cóndores andinos que hoy representan una nueva esperanza para su especie. Su nacimiento no es solo un logro científico, sino también un símbolo de resiliencia y de compromiso con la vida silvestre.

El trabajo del Bioparque Amaru ha sido fundamental para fomentar la reproducción de estas aves majestuosas, oriundas de los páramos andinos y reconocidas como símbolo nacional del Ecuador. En un país donde la población de cóndores se estima en apenas unas decenas, cada nacimiento es un triunfo que resuena en la montaña y en la memoria de todos los ecuatorianos.

Para garantizar el desarrollo sano de la cría, los especialistas emplearon técnicas de conservación, como el uso de títeres impregnados con el olor de Inti y Pacha. De esta forma, el nuevo bebé del Ecuador puede crecer reconociendo a otros cóndores y manteniendo sus instintos naturales, evitando cualquier dependencia hacia los humanos.

El equipo veterinario ha acompañado cada paso de su desarrollo, siendo su refugio y guía en este proceso que algún día la llevará a desplegar sus alas en libertad sobre los cielos de los Andes. Ernesto Arbelaez, presidente de la Fundación Amaru, explicó que fue necesario retirar a la cría del nido para evitar contratiempos y cuidar su vida, con la intención de reunirse nuevamente con sus padres más adelante.

El nacimiento de este pequeño cóndor no solo significa esperanza para su especie, sino también para un país entero que sueña con volver a ver a estas aves surcando los páramos ecuatorianos, como lo hicieron desde tiempos ancestrales. Es, además, un recordatorio del papel que cumplen las instituciones, la ciencia y la comunidad en la defensa de la biodiversidad.
Este hito marca un avance trascendental en la conservación de nuestra fauna silvestre y en el esfuerzo por preservar al cóndor andino, ave sagrada de nuestros pueblos originarios y emblema eterno de libertad.
